Blog

Sí, lo confieso

Sí, lo confieso: robé la idea del coro griego al Woody Allen de Poderosa Afrodita.

En 2014, La Fantástica Banda fue invitada a participar en el Festival de Teatro Infantil Teatralia con Casi un juguete, secuela de Casi un musical Casi un musical (ver video más abajo), con texto de Blanca Lacasa, ilustraciones de Puño (en riguroso directo) y música de servidor. Para la puesta en escena conté con La Fantástica Banda, por aquel entonces un noneto o decet, si contamos a Puño como parte de la banda.

Éramos multitud porque desde el principio de los tiempos, el coro griego se sumó a la Banda para convertirla en más fantástica aún. Coro griego que narraba, bailaba y cantaba las canciones de las aventuras que se contaban en escena junto con el resto de los músicos y de Puño que con sus ilustraciones improvisadas sobre pantalla gigante ponía la guinda al pastel.

El coro estaba unido por una única túnica, y los brazos de sus componentes asomaban por una serie de agujeros recortados sobre la tela blanca. Posteriormente Susana Moreno de La Doppia confeccionó una serie de túnicas individuales que fraccionaron al monstruo de cuatro cabezas. Esta solución práctica les permitió libertad de movimiento, pero a mí me hacía más gracia como monstruo.

En ocasiones, el coro griego no fue muy bien entendido por el público asistente, y recuerdo algún comentario en una de esas célebres webs de venta de entradas calificándolo de «broma privada». Era una broma, sin duda, pero oiga, el coro griego está más visto que el tebeo, ya desde Epidauro venía existiendo y, además, reforzaba la narración con humor. Qué os voy a contar, hacían unos coros preciosísimos (todos eran miembros de la Capilla Renacentista). Un lujazo.

Para rematar, me componían muy bien el espacio escénico: coro a la izquierda, músicos en zig zag, y Puño al fondo a la derecha, frente a la pantalla. Un amiga arquitecta que vino a ver uno de los chous me decía: tú sigues haciendo arquitectura con la música, no nos mientas, no lo has dejado. Sigo haciéndolo a día de hoy ya seamos quinteto, terceto o dúo, no lo puedo evitar.

El coro pasó a mejor vida. No fueron asesinados en escena durante una tragedia, qué va. Para nuestra desgracia, mover un noneto por el proceloso mundo del circuito de música familiar, coles, centros culturales, plazas y auditorios era realmente oneroso y  no hubo más remedio que claudicar. Lo que más me fastidia de todo es haber roto la composición del espacio escénico.

El otro día volví a ver Poderosa Afrodita. El coro seguía siendo magnífico, y es que todos nos merecemos un coro griego que narre nuestros conflictos.